Tras un verano bastante más largo de lo que se esperaba, poco a poco va llegando el invierno, y con él los días más cortos y el frío. Los cambios bruscos de temperatura a los que es sometida nuestra piel en invierno deterioran su capa hidrolipídica, dejándola desnuda frente a las agresiones externas, con ello se acentúa la pérdida de agua y aparece la deshidratación. Los síntomas que la acompañan son: sequedad, descamación, falta de brillo e incluso pequeñas heridas.
Recomendaciones generales para el cuidado de la piel frente al frio:
-Prevenir y combatir la deshidratación acentuada por el frío: hay que elegir una buena crema hidratante y para ello deben llevar componentes “humectantes”, que atraigan el agua dentro de la piel, como la glicerina, propilénglicol, urea, lactato sódico, etc. y componentes con efecto oclusivo, que sirven de barrera, para impedir la pérdida de agua epidérmica, como son la lanolina, silicona y sus derivados, etc.
Recuerda que las manos, el cuello y la cara al carecer de glándulas sebáceas se descaman con mayor facilidad y han de ser hidratadas a conciencia, ya que son las zonas más expuestas a las inclemencias del tiempo.
-Disminuir las arrugas superficiales: emplear cosméticos que contengan hidroxiácidos, retinol y/o vitamina C.
Si están algo más marcadas: añadir cosméticos con péptidos, que disminuyan el tono muscular.
-Protección solar: no olvidemos que gran cantidad de sol lo recibimos mientras realizamos nuestras actividades diarias, también en invierno, por lo que debemos emplear el fotoprotector a diario, cuyo índice de protección será más elevado si se realizan deportes de invierno.
-Añadir complementos orales con vitaminas antioxidantes del grupo A, B, C y E, que, aunque no reviertan el envejecimiento, sí mejoran su apariencia.
-Si han aparecido manchas, emplear alguna sustancia despigmentante.
-No olvidar una limpieza cuidadosa, mañana y noche, eligiendo una limpiadora suave, que no aumente la agresión diaria que el frío ocasiona.
-Disminuir la ingestión de alcohol y el consumo de tabaco pues, junto con el frío, disminuyen la vascularización cutánea con lo que aumentan las rojeces y la deshidratación.
-Evitar en lo posible los cambios bruscos de temperatura al pasar de un ambiente caldeado por la calefacción al aire libre, con temperaturas muy bajas, pues ello aumenta la posibilidad de aparición de vasos dilatados con rojeces (cuperosis). En caso de aparición, recuerde evitar: temperaturas extremas, ingesta de alcohol, alimentos que producen aumento de calor (picantes, especias o platos muy calientes), y el uso de cosméticos inadecuados. Así mismo es importante mantener una hidratación y limpieza adecuada a este problema puesto que así se forma una barrera protectora contra los agentes externos y cambios climáticos.
- El frío provoca que apetezca tomar duchas calientes, cuidado con la temperatura del agua, pues los baños excesivamente calientes y prolongados remueven el manto hidrolipídico. Por ello los dermatólogos recomiendan tomar baños rápidos con agua tibia y jabones que respeten la estructura química de la piel.
-En casa la temperatura ambiente no debería sobrepasar los 22 grados y siempre que fuese posible se debería contar con un humidificador.